Las huelo primero y... después las dejo.
o las pesco primero... y luego las suelto,
Era un día fresquito de sol y finísima lluvia en el Balneario de Panticosa y mientras mi marido subía la montaña, yo disfrutaba de dos cosas que ya os he adelantado en el título de este post: las truchas y las flores. Mi reconocimiento a los visitantes que las respetan porque todos tenemos derecho a verlas en su hábitat natural. Y en cuanto a las truchas, sentí una gran emoción al ver a este pescador que me dejó hacerle una foto amablemente advirtiéndome de que me diera prisa en fotografiarla - sé rápida- me dijo - hay que soltarla. Ganas no me faltaron de entrar en la casa de la trucha sin permiso y hacerme unos cuantos largos por el lago pero los carteles de prohibido el baño y el poco sentido común que tengo me lo impidieron.
A mí, que me va mucho el "romantiqueo" del siglo XIX, lo de los balnearios me tira mucho. Balneario, hermosa palabra, procede del latín y significa "establecimiento en el que se ofrecen baños medicinales. Hoy Termas y Spas conviven a menudo en un mismo espacio. Cualquiera de los dos me valen con tal de disfrutar del líquido elemento pero si se trata de termas naturales como las de Tiberio en Panticosa, mucho mejor.
El Balneario de Panticosa es uno de esos lugares del Pirineo Aragonés donde respirar es algo más que una necesidad. Prácticamente hiperventilas de lo bien que huelen las montañas, los bosques y sus flores.
Si aún no lo conocéis, es visita obligada. Dicen que las termas de Tiberio, origen del balneario fueron las primeras de la Península Ibérica, pero prefiero que vuestros ojos sean los que las descubran.
Pasado, presente y futuro, Panticosa lo merece todo. Yo de momento, he podido disfrutar de su presente, que no es poco en tiempos de COVID, de su pasado me quedan las ganas de regresar y alojarme en el Gran Hotel Balneario y en cuanto a su futuro albergo la esperanza de poder disfrutarlo también.
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Desde luego el COVID no le ha hecho ningún favor al Balneario, aforo limitado y algunos espacios cerrados, quizá por eso en parte no me resultó nada acogedor. Cuando se inauguró el Gran Hotel del Balneario fue todo un acontecimiento, fue inaugurado en la denominada "belle époque", fue construido en 1896 y restaurado totalmente en el año 2004. Ha sido rehabilitado junto con el edificio del Casino, por el arquitecto Rafael Moneo, respetando su fachada original, catalogada de Interés Turístico Nacional.
Después de la remodelación su fachada lucía así de bonita.
Los hoteles construidos por el arquitecto MONEO, muy funcionales, originales en cuanto a diseño reciben ahora a excursionistas, montañeros, y bañistas y una pasarela con cubierta acristalada los comunica con las Termas de Tiberio.
Nos alojamos en el Hotel Continental. Original, confortable pero desangelado, en mi opinión nada acogedor. Mejorable absolutamente la comida que ofrece el buffet del hotel , mucha variedad y muy poca calidad, pero eso sí, el servicio muy amable.
Sería una apuesta segura rehabilitar alguna de las dependencias del antiguo balneario hoy en estado de ruina. Atraer a un público que también encuentre aquí su sitio, quizá empresarios, urbanitas o modernos que encuentren aquí también su espacio, cafeterías más cukis, gastro-bar o co-workings acordes al momento que vivimos. Panticosa merece una nueva oportunidad y aún se puede rascar un poco más ¿y qué tal un nuevo local para la pastelería Ascaso? por pedir que no quede ¿con quien hay que hablar?
El veraneante de los años 50 y 60 ya no existe, evidentemente ha desaparecido ¿o no? hay un blog entrañable y nostálgico escrito por una aragonesa M. Esperanza Ríos "Mis recuerdos del Balneario" frecuentado por su familia en esa época, Esperanza relata con detalle como eran aquellas vacaciones que incluían paseos por la montaña, baños en la piscina, competiciones de natación en el lago, merendolas y verbenas en un ambiente de alegre y pacífica convivencia entre adultos, niños y personal de servicio. En uno de sus posts describe a una señora, visitante asidua del balneario que acudía con una señorita de compañía, año tras año a tomar las aguas.
La tarde de nuestra llegada tomamos un café en la terraza, y allí estaba ella, reencarnada en su hija quizá. Tomaba el sol en la terraza de la cafetería, llevaba un pañuelo en la cabeza muy floreado, los pies descalzos sobre una silla, leyendo una revista y con su bastón apoyado en la mesa. Desde luego se movía como Pedro por su casa, se acercó al bar apoyada en su bastón y pidió al camarero que le rellenara el vaso con un líquido que igual podía ser un vermut que un bitter kas. Debía tener unos 85 años más o menos. Todo un ejemplo a seguir y en lo del vermut...pues también.
El balneario ha perdido "el ángel" que le acompañaba, pensé, todo el glamour que esperaba encontrar. Es por eso que me alegro tanto de haber encontrado este artículo en Nieveaventura.com.
No llegamos en el mejor momento, porque el día 17 de Julio volvió a abrir sus puertas el Gran Hotel y es que debido al COVID aparecía cerrado a cal y canto el par de días que pasamos allí. Es por eso también que no descarto la posibilidad de alojarnos allí alguna noche en alguna escapada de fin de semana, cuando puedan ofrecerme lo que yo esperaba. Creo que la apuesta de futuro que antes apuntaba ya se ha hecho presente !incluso se ha abierto un gastro-bar! pero de proponer un espacio co-working, alguna tiendecita mona y una pequeña sucursal de Ascaso no me arrepiento. En Madrid ya la tenemos en la calle Zurbano,
¿Lo mejor de mi estancia? el masaje en las termas de Tiberio y pasear por el entorno del lago por senderos que evocan angostas callejuelas de un pueblo entre árboles y caminos que rezuman agua y flores, eso queda en mi memoria y siempre, siempre lo que más alegría y vitalidad me aporta, el soniquete repetido del agua...
Me encanta Marta. Gracias por tus descripciones q nos trasladan a esos sitios que visitas y nos permites disfrutarlos también. Bss